Wednesday, October 12, 2016


Un mercado vivaz


            El mercado en Río de Janeiro es animado, vivaz, y lleno de vida. Entre los productos y las personas de este mercado, el ambiente es emocionante y una experiencia de las sensaciones. La positividad de los vendedores y el sentido de comunidad crea una sensación que el mercado es su propio mundo. Los colores brillantes, el sonido de risa, los olores fragrantes, y, lo más importante, el sabor rico de la comida hace que desee quedarme aquí para siempre.
            No hay nada como los productos frescos, y este mercado está lleno de ellos. Cuando caminé por el mercado, me sentí abrumada por los colores vibrantes de las frutas y las verduras. Mientras yo estaba aturdida por las visiones hermosas de las cajas rebosantes de futas y verduras maduras, un vendedor me daba un mango rechoncho y anaranjado para probar. Mordí el mango y el jugo dulce jeringó en mi boca y el sabor fresco y delicioso me golpeó el paladar. Continué por el mercado y repentinamente olí algún picante. Busqué la fuente de la fragancia y encontré un surtido de pimientos. Pimientos amarillos, y rojos, y verdes, pimientos picantes y no picantes. La selección era bonita. Al lado de los pimientos había una variedad de especias que era aún más impresionante que los pimientos. Hubo cientos de bolsas de especias, muchas de esas no me resultaban familiares. La calidad y el cuidado que está tomando con los productos del mercado en Brasil es notable y creó una experiencia que no olvidaré.
            Los productos no son la única razón para que este mercado sea inolvidable; los vendedores y su orgullo como comunidad que ellos crean, dan a los clientes un sentido de familia. Tan pronto como caminé en el mercado, oí el sonido del canto. Un vendedor contento cantó en voz alta y feliz. Me dio la promesa de diversión cuando otro hombre ruidoso, teatral, y cómico, corrió a través del camino. Sus payasadas fueron un espectáculo en sí mismo. El mismo hombre me ayudó a llevar mis bolsas. Todos los vendedores hicieron que el mercado se sintiera como en casa, no solamente por la manera en que me trataron, pero en la manera que se trataron entre sí. Ayudaron a atraer a los clientes y se bromearon. No pude dejar de sonreírle. Las personalidades radiantes de los vendedores hicieron una experiencia única.
             El mercado en Río de Janeiro fue una aventura para mis sensaciones. La explosión de los sabores demostró la frescura de las frutas. La alegría de los vendedores puso una sonrisa en mi cara. Los productos hermosos transformaron al mercado, pero los vendedores acogedores del mercado lo hicieron estupendo. Recomiendo, a cualquiera, hacer una visita al mercado en Río de Janeiro. Es un mercado pleno de viveza, excitación, y comodidad.  

No comments:

Post a Comment